Hoy os hablo de la decoración minimalista, un estilo que se encuentra en las antípodas del que estuvimos viendo en mi último post, el Kitsch.
Si en aquel caso primaba el «cuanto más mejor», en este caso es todo lo contrario, es la quintaesencia del «menos es más».
Se decora con aquellas piezas que son estrictamente necesarias en un ambiente: una mesa, una lámpara, un sofá… y poco más. Los complementos son más bien escasos y si los hay suelen ser plantas, alguna alfombra o un jarrón.
La paleta de color es muy luminosa con un total protagonismo del blanco. También son habituales los tonos neutros como el gris y el beige. Para ropa de hogar y otro tipo de accesorios textiles se pueden utilizar colores más saturados o negro en muy pequeñas dosis.
Por lo general los materiales de las superficies (suelo, paredes o techo) no suelen estar a la vista para hacer un ambiente más homogéneo. Pero se pueden encontrar suelos de cemento pulido, baldosas hidráulicas o parquet y paredes de ladrillo. Para los muebles los materiales que se suelen utilizar son la madera o el hierro y los tapizados son de tejidos naturales o piel.
Como habéis podido comprobar es un estilo que queda muy bien en todas las habitaciones de la casa: salones, habitaciones, cuartos de baño y despachos. Su secreto está en la ausencia de todo lo superfluo. Como no hay nada que no sea necesario, los ambientes transmiten orden y calma.
Al no haber nada que distraiga la atención de las piezas principales de una habitación, éstas cobran un gran protagonismo y suelen ser piezas de líneas suaves y de carácter vanguardista.
Así que ya sabes, si te gusta mucho este estilo, tienes que empezar poniendo orden y quitando todo aquello que no sea funcional. Puede ser una buena excusa para hacer esa limpieza que llevas años queriendo hacer.
Fuente de las imágenes: 1 – 2 – 3 – 4 – 5 – 6 – 7 – 8 – 9 – 10 – 11 – 12 – 13 – 14 – 15
[…] decorativos que no tienen una funcionalidad concreta. En este sentido, este estilo es parecido al estilo minimalista que ya revisamos en este […]